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El secreto del jardín



Irene de Rocamora nació tras estas rejas en los tiempos de la reina Germana de Foix, viuda del “Católico” y virreina de Valencia. El esplendor de esta corte renacentista no parecía ensombrecerse con las crueldades que Germana infligió a sus enemigos políticos. La noble Irene creció en una ciudad alegre y cultivada, prestigiosa y bella, elogiada desde todos los rincones del mundo conocido. Asistió a suntuosas fiestas y aprendió los preceptos de la más delicada cortesía. En su juventud experimentó los placeres de una aventura galante con mucho recato; y cuentan que un joven de la familia Trénor murió en un duelo por defender su honor. Pero solo los muros de su jardín conocen el secreto de sus amores con un morisco que se hacía llamar Ovidio, para ocultar su origen, y que le recitaba hermosos versos en noches de plata y nardos; le hacía el amor con una inmensa dulzura bajo la atenta mirada de su criada Melibea. La historia no acabó en tragedia porque los moriscos fueron expulsados del reino. Dicen que el llanto de Irene, derramado sobre las plantas, embelleció aún más el magnífico vergel.




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