Mientras el cielo se rompía en mil pedazos líquidos y un octubre negro desangraba al país por causa de una crisis atroz, tú estabas llorando junto a mí, diciéndome que me querías pero que no podías seguir conmigo, que te ahogabas en la rutina y que te sentías muy insatisfecho.
Me abandonabas y yo sentía pena por ti. Conseguí dormir bien aquella noche, la química funcionó esta vez. Me sentí fuerte. No iba a permitir que un hombre me arruinara la vida una vez más. Tracé un plano de mi futuro sin ti: Puse flores en los jarrones, amistades en el sofá, ejercicio físico para mi cuerpo cansado y canciones tristes para recordarte; me vi más delgada y atractiva; seduje corazones desde lejos, con cautela, sin acercarlos demasiado para no quebrar su fragilidad ni la mía; repartí grandes dosis de afecto entre los míos, los que me apreciaban, los que me necesitaban; me entregué a las letras con pasión, leí libros a destajo y escribí los versos más vivos y los cuentos más audaces. Una vez terminado, lo colgué en el corcho delante de mi mesa de trabajo, para no olvidarlo, para saber qué hacer si me acechaba el desconsuelo. Estaba viva, la sangre fluía por mis venas y había un mundo fuera esperando las huella de mi estancia en él. No quería dejar la derrota como recuerdo.
La han sacado del río inerte. Chen Xingwu, por primera vez en su vida, deja que unas lágrimas resbalen por la arrugada piel de su rostro viril, curtido de soles al son de su pala cavando la tierra, en su interminable lucha por labrar una cosecha. Lili, su adorada niña de quince años, yace muerta en el suelo, devuelta por las sedientas aguas del río Amarillo, el turbio y terrible “río de barro” que devora a su paso bosques y praderas. La gente se arremolina en torno a ellos. Por todas partes deambula el dolor y el miedo Es tiempo de lluvias en la árida meseta de Loess, situada en las entrañas de la profunda China. Pedazos de tierra mojada se deslizan hacia el río. Chen Xingwu le cierra los ojos a su hija, la limpia de lodos y la acaricia apretándola contra su pecho mientras llora inconsolablemente. Le costó decidirse a aceptar a esa niña. En 1986 se había casado con So Young, una joven coreana a la que había comprado en el mercado de novias, a un vendedor itinerante, después de...
Comentarios
Publicar un comentario