Foto de Gabriel Figueroa
Me llamo
Amanda Alterio y nunca he entendido a los hombres. Hubo un tiempo en que fui
adicta a las relaciones sentimentales. Necesitaba enamorarme para sentirme viva
y creo que esta peculiaridad de mi carácter me ha llevado más de una vez al
fraude. Llevo en mi maleta todo lo que poseo, un poco de ropa y un par de
libros; y en mi corazón conservo un ramo grande de amores marchitos: olvidados,
unos; cruentos, los menos. Miro al horizonte con esperanza y algo de miedo. He
dado el primer paso de un camino que no sé a dónde va a conducirme, aunque sé
que la muerte es la meta y las letras mi gran consuelo.
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