Sueño, luego vivo, tu sonrisa confiada apoyada en mi hombro maternal. Escucho tu parloteo incesante hablándome de esto y de lo otro... Sin pausa... Por la noche te leo un comic de Tintín hasta que el sueño te transporta a otro lugar. Llega el día de tu debut en el cine, acudimos, solemnes, al estreno de ET, tu vocecilla de niño resuena en la sala en la primera escena: -¡Mira, mamá, una casita en Canadá! Risa general. Después te comportas como un caballero, muy atento a la pantalla hasta que tu voz suena de nuevo: -Mamá ¿cuándo sale Popeye? Otra vez las risas de la gente, se lo toman bien, no nos echan del cine. Una fiebre infantil nos recluye en casa, llevamos batas de cuadros y zapatillas, la estufa de leña caldea la buhardilla, jugamos a las cartas, mientras una cacerola recoge las gotas de lluvia que se filtran por el tejado, plas, plas, plas... Otro día vamos muy serios al Teatro Principal, Tricicle nos entusiasma, cuando salimos me dice...